sábado, 19 de febrero de 2011

EL PREMIO


Se miró al espejo, estaba radiante, le gustaba su aspecto. Era un día muy especial para ella. Había llegado a ser finalista de los Premios Tortuga, el premio literario más importante de todo el país.

Había elegido con todo cuidado su atuendo. Escogió un sobrio vestido negro, ajustado y largo que realzaba su figura, zapatos de tacón, también negros y un bolso dorado complementaba el conjunto; a última hora decidió ponerse el collar de perlas que le había regalado su madre cuando cumplió los dieciocho años. Su maquillaje era muy ligero, le gustaba sentir que su piel respiraba, aunque le dio una concesión a su lápiz de labios, de color rojo subido.

Bajó hasta el garaje y entró en el coche, en aquel momento empezó a sentir nervios, cerró los ojos y se concentró un segundo, tranquila, respira, todo va a salir bien, -se dijo-.

En solo quince minutos estaba en el Hotel Imperial, donde se realizaba la entrega de premios, subió lentamente la escalinata pisando la espesa alfombra roja y allí se encontró a sus amigos, ¡estaban todos!

Sirvieron la deliciosa cena, sin embargo ella no podía casi probar bocado, la prensa había especulado sobre cuál de los tres finalistas se llevaría el premio, pero era un secreto muy bien guardado, este año no había favoritos, así que tampoco había pistas.

Transcurrió una hora que pareció una eternidad, y de repente se encendieron los focos del escenario y apareció uno de los locutores de radio más mediáticos en aquel momento; después de parlamentos interminables le trajeron un sobre, el presentador lo abrió y pronunció su nombre. Se quedó paralizada, todos los asistentes aplaudían, tardó unos segundos en reaccionar, y se levanto con una seguridad que la asombró hasta a ella misma, ascendió al escenario y le entregaron la maravillosa tortuga de cristal, ligera, frágil, y noto como las lágrimas acudían a sus ojos. Mientras se colocaba delante del atril para decir unas palabras sentía el frio cristal entre sus dedos y por unos instantes recordó como había llegado hasta allí.

Se trasladó tan solo al verano anterior, cuando una amiga la animó a asistir a un curso de escritura. De pequeña ya le gustaba escribir. Escribía pequeños relatos, fantasiosos, de amores imposibles, de corredoras de coches que encontraban el amor entre sus compañeros pilotos, de fantásticas heroínas...

Desde el día que empezó el curso las ideas empezaron a fluir en su cabeza, empezó a escribir relatos de todos tipos, cortos, largos, dramáticos, felices, hasta que uno de ellos empezó a alargarse, trabajó días, semanas, meses, hasta que se convirtió en una novela, y después de muchas dudas y animada por su profesora, al final, decidió presentarla a los Premios Tortuga; y recordó con júbilo como le habían comunicado que era una de las finalistas.

Volvió al momento presente, toda la sala la miraba, sin embargo solo alcanzó a decir:

- ¡Gracias!, Gracias a todos los que me habéis ayudado a llegar hasta aquí, y a todos los que estáis aquí, espero que disfrutéis leyendo esta novela tanto como yo he disfrutado escribiéndola.

Una nube de aplausos inundó toda la sala, y allí estaba ella, de pie ante toda aquella gente que reconocía todas las palabras, emociones, sentimientos y dudas que había volcado en aquel libro, todo su corazón; y sonrió, emocionada, feliz.

Amalia

3 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias Amalia, por este obsequio!
    Me gusta. Esres única en las descripciones, son buenísimas. Sólo veo un errorcito (bajo mi punto de vista), justo sobre una cosa que he leído hoy: el "hoy" de la primera línea quita la coherencia temporal. O construyes una frase como palabras de la protagonista o tendrías que decir algo así como "aquél era un día muy especial para ella...", ¿no?
    ¡Qué bonito texto!

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  2. Ok Pilar, tienes razón, todo está en pasado y el hoy no sirve.
    Muchas gracias,
    Amalia

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  3. ¡Amalia! Qué alegría leerte...
    Es un buen texto, que incluso, da para una versión más larga. ¡Adelante!Besicos!!!

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