En navidad todo era alegría para Rosa, una risueña niña de 5 años: un señor muy gordo y sospechosamente simpático le traía regalos. El mundo entero lo celebraba: veía guirnaldas y adornos en su chimenea, en la escalera, en farolas, balcones e incluso autobuses. Una noche, Rosa se dirigía al baño a lavarse los dientes cuando de repente…
¡Horror! Vio a la abuelita de pie mirando los dientes que sostenía en su mano. Rosa se tapó la boca con ambas manos y con el gemido que profirió, su abuela se dio cuenta de su presencia. “Ah, Rosa, pasa” decía con cierta dificultad por la ausencia de dientes. “Estaba intentado averiguar de donde he cogido esto”, pronunciaba mientras señalaba su dentadura. La niña, aterrada, salió corriendo a abrazar a su madre, pensando en lo que acababa de presenciar, sin saber siquiera que en un tiempo su abuela ya no podría acordarse ni de su propia nieta.
Víctor
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