Estaba rodeado de cajas cuando encontró el libro. Probablemente era de ella. Siempre le habían gustado esos temas y devoraba literalmente cualquier libro que pudiese darle otro sentido a su vida o planteársela de otra manera. En eso era tremendamente inquieta. Tan inquieta que había acabado considerándolo un lastre y como tal lo había soltado para poder subir más alto. Se sentó un rato en el sofá a darse un descanso con una cerveza helada para olvidarse un poco del caos que le rodeaba y que tenía que solucionar. Empezó a leer el libro:
"La energía ni se crea ni se destruye: se transforma. Este principio es básico. Digamos que energía hay una y única en el universo y que tú puedas manejarla a tu antojo es cosa de práctica. El universo gestiona esta energía y es ciego, pero no cruel. Simplemente te devolverá la energía que tú hayas gastado y en la manera que la hayas gastado"
Rió pensando esas palabras. No se imaginaba una factura a cuenta de un gasto de energía emitida por el universo sociedad anónima. Miró el reloj y salió disparado, cogiendo carpetas y libros. Llegaba tarde a la reunión con el jefe. Después de ese tiempo de trámite de separación no le apetecía lo más mínimo esa sesión de bronca con nombre anglosajón, pero para eso le pagaban. Pensó voy a perder el autobús y así fue. Llegó con las prisas, que siempre son malas consejeras, a la mesa de la recepcionista, resoplando, corbata a la espalda y ella le miró encima de sus gafas, divertida:
_¿Esto que es, te estás leyendo Energía de Roast MacFried?_
_Si, bueno, un libro de Marina que se traspapeló en mis cajas de exiliado, en fin….demasiada metafísica para mí creo._
_Eres un listo, desde luego. No desestimes esa teoría. Lee más. Es digamos que un ensayo sobre como si piensas positivo, todo te saldrá bien. Y no tendrás que dejar el coche en el taller para venir tarde en autobús como hoy…desastre…que eres un desastre._
Estaba bien argumentado lo que le había dicho Calista. Siguió leyendo ese libro y hasta consiguió acabárselo. Empezó a poner en práctica sus peticiones energéticas al universo con cosas sencillas primero tipo voy a aparcar a una manzana solo de la puerta del trabajo, mi cola del supermercado tiene que ir hoy más rápido que las dos de los lados, el camarero me traerá el cortado a su temperatura justa para no quemarme la lengua y otros órganos vitales. Eh, y la cosa funcionaba. Pensar que le iban a pasar cosas buenas hacía, efectivamente, que le pasasen cosas buenas. Sólo falló el día que pensó en que no quería de ninguna de las maneras que ese dolor de muelas que intuía apareciese con todo su esplendor…El flemón fue de antología.
_Calista, lo siento, tu teoría y la de la tal Roast Macfried no funciona…mira lo que me ha traído la energía del universo: un flemón..._
_¿Tú te has leído bien todo el libro? ¿Qué pediste?_
_Pues no tener dolor de muelas_
_Ahhrghhh error. No puedes decir NO al universo y su energía. No entiende de partículas lógicas. Si le hablas con una sintaxis negativa…te devolverá energía negativa. ¡Pero qué torpe!_
Volvió a probar. Esta vez pensó con todas sus fuerzas Quiero estar bien con mi muela. Y, efectivamente, al segundo día se reconcilió con su sistema masticador. No flemones, no molestias….esto funcionaba. Le llamó Marina para cenar algún día, por los viejos tiempos. Había llegado a sus oídos que había cambiado en bastantes cosas: que ahora era una persona positiva, hasta osada, y quería verlo con sus propios ojos. El preparó su petición al universo con todas sus fuerzas, con la sintaxis lo más correcta posible, pero aun así falló. Ella volvió por donde había venido, pero con la promesa de una cena pendiente. Y siguió entrenando. Concentrando toda su energía en las peticiones y esperando que el universo le respondiese al mismo nivel. Tenía que provocar algo con Marina y sabía cómo. Quizás no le había dado la intensidad necesaria a sus peticiones.
Pero por fin la promesa se hizo real y allí estaba, esperándola delante del restaurante. La vio acercarse al paso de cebra, realmente preciosa, y se concentró con todas sus fuerzas. Fue el único que no corrió a auxiliarla cuando la atropelló aquel autobús.
Simplemente caminó en dirección contraria.
Y sonreía.
¿De quién es?
ResponderEliminarsilviqui?
ResponderEliminar¡Que final más heavy! ¡Está muy bien escrito! Al principio creí que era la cita de un libro que la biblioteca nos había copiado, de veras...
ResponderEliminarMuy en tu estilo,me gusta Silvia,saludos.
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